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Los Cuenteros (contando cuentos desde 2004)

El encargao

El encargao - Es bastante extraño este lugar.
- Sí... bueno, claro, al principio, sí. Pero uno se acostumbra a todo. Llevo mucho tiempo aquí... además, de alguna manera hay que ganarse la vida.
- Pero es un hecho que lo que pasa aquí no sucede en ningún otro lugar del mundo.
- Cierto. Pero cuando te acostumbras a una rutina... Al final lo que peor llevas es el horario. Tampoco te negaré que hay aspectos de este trabajo que no son muy agradables.
- ¡Me lo puedo imaginar! ¿No te sientes amenazado por... esos seres?
- ¿Amenazado? No, que va. Realmente, si les conocieras sabrías que son bastante mansos. Están más asustados de mí que yo de ellos, jejejeje. Eso sí, dan mucho trabajo.
- Ah... ya.
- Sí. Bueno, los zombis no tanto, son más bien los resucitados los que dan quebraderos de cabeza...
- Perdón, ahora que los mencionas... una pequeña duda: ¿cómo los distingues?
- Bueno, por el olor. Los resucitados, por lo general, están en un estado de descomposición bastante leve. En fin, huelen un poco a muerto. En cambio, los zombis huelen a zombi. No sé cómo describirte el olor, es olor a zombi. No hay nada que huela como un zombi... no sé cómo decirte...
- ¿Decías que los realmente problemáticos son los resucitados?
- Sí. Los zombis saben que deben volver a sus tumbas, y no suelen causar destrozos cuando salen de ellas. Luego vuelven, y al entrar dejan todo recogidito. En cambio a los resucitados no les importa romper las tumbas y dejar todo hecho un asco... ¡Total, están vivos! Primero, hay que matarlos...
- Disculpe, señor, ¿por dónde está la salida?
- Venga, Matías, que nos conocemos... Joder, que ya van tres veces. Quítate la vida ahora mismo, o te mato yo.
- Pero... ¡yo quiero vivir!
- Eres un muerto, los muertos debéis quedaros muertos para siempre. Todo el mundo lo sabe, una vez muerto, ya no se vuelve a la vida. Morirse es para siempre, Matías. Lo sabes de sobra, joder, así que muérete y quédate muerto, ¿vale?
- Pero...
- ¡Que te mueras!
- Pero yo...
- ¡QUE TE MUERAS!
- Está bien. Ahora mismo me suicido...
- ¡Pero no aquí, desgraciado! Haz el favor de hacerlo en tu tumba, y así me ahorras el trabajo de transportarte.
- De acuerdo, de acuerdo.
- ¿Ves?, hay que mantenerles a raya... En fin, como te iba diciendo, primero hay que matarlos, luego, llevarlos a sus tumbas (¡y no veas cómo pesan!), y luego hay que reparar las tumbas porque no tienen la consideración de salir de ellas sin destrozarlas completamente. A veces creo que lo hacen aposta. Estos resucitados son los peores, te lo digo yo...
- Pero, no sé, a mí me dan mal rollo los zombis.
- ¿Los zombis? No son mala gente. Siempre y cuando mantengas alejados a los brujos vudú (que los usan para todo tipo de cosas) no dan problemas. Incluso he llegado a hacer amistad con alguno de ellos. El único problema es ese olor nauseabundo...
- ¿Y las almas en pena? ¿Y los fantasmas?
- ¿Ésos? No hacen gran cosa. Arrastran cadenas, aúllan... En fin, no dan problemas. Aunque la verdad es que no me caen bien. Me deprimen.
- Me sigue pareciendo un lugar bastante extraño...
- Ya digo que te acostumbras a todo. A todo menos al horario nocturno.

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Cerrolaza -

Artista invitado (en su papel estelar de Matías): Chus.