Teléfono estropeado
Seguramente, ustedes conocen ese juego: alguien susurra una frase al oído de su vecino, éste la repite al oído del vecino, y así sucesivamente, hasta llegar al último, que dice en voz alta: Verónica, hijita, pero qué fea eres, y eso resulta muy gracioso porque la frase original era Si tú me dices ven lo dejo todo. La frase, misteriosamente, va mutando de oído en oído y de boca en boca, y esto es causa de regocijo inmediato y honda preocupación después, porque resulta que el mundo es un caos, y uno con estos pelos.
Algo similar ocurre en el País Absolutamente Imaginario. El fiscal presenta la prueba documental A, el jurado, a instancias de juez, observa el documento probatorio 1, el alguacil se encarga de recoger la Prueba 1, y se la entrega al guardia jurado, que se encarga de llevar el Legajo 3001-2-B al archivo y entregárselo al encargado, quien lo mete en una bolsa y saca la basura. La prueba acaba siendo residuo sólido o vaya usted a saber qué, pero no acaba ahí la cosa.
No, esto no ha hecho más que empezar: el poderoso y malvado gran duque o lo que sea se libra de la justicia porque faltan pruebas que le incriminen, y la gente se enfada y se subleva. La consigna es derrocar al gobierno, y para ello la plebe se hace con palos y otras armas, pero al final la gente acaba pegando una paliza al alcalde, robando gallinas, meando en las farolas, y organizando campeonatos de mus.
Entonces el primer ministro respira tranquilo, el país está en calma de nuevo, el Emperador no se ha empeñado en mostrar su traje nuevo (hubiera sido bastante desagradable), y nadie se ha acordado de que vive en un país absolutamente imaginario.
Tales cosas pasan en tales países. O eso me han contado, aunque quizá realmente me han contado otra cosa.
Algo similar ocurre en el País Absolutamente Imaginario. El fiscal presenta la prueba documental A, el jurado, a instancias de juez, observa el documento probatorio 1, el alguacil se encarga de recoger la Prueba 1, y se la entrega al guardia jurado, que se encarga de llevar el Legajo 3001-2-B al archivo y entregárselo al encargado, quien lo mete en una bolsa y saca la basura. La prueba acaba siendo residuo sólido o vaya usted a saber qué, pero no acaba ahí la cosa.
No, esto no ha hecho más que empezar: el poderoso y malvado gran duque o lo que sea se libra de la justicia porque faltan pruebas que le incriminen, y la gente se enfada y se subleva. La consigna es derrocar al gobierno, y para ello la plebe se hace con palos y otras armas, pero al final la gente acaba pegando una paliza al alcalde, robando gallinas, meando en las farolas, y organizando campeonatos de mus.
Entonces el primer ministro respira tranquilo, el país está en calma de nuevo, el Emperador no se ha empeñado en mostrar su traje nuevo (hubiera sido bastante desagradable), y nadie se ha acordado de que vive en un país absolutamente imaginario.
Tales cosas pasan en tales países. O eso me han contado, aunque quizá realmente me han contado otra cosa.
13 comentarios
Cerro -
Juan José -
Para que una mujer sapo?...bueno, para que el hombre rana, no se sienta tan solo buscando las monedas en el fondo de la gorra.
Pero como es que la estatua de la libertad usaba gorra?...Siempre fue un gran secreto histórico, pero si, usaba gorra. De tanto pasarla, en el norte se quedaron con todas las monedas. A ella para que no reclame, su propiedad le pusieron coronita.
Bien, gracias! Le va muy bien! Puso un cementerio privado.
(sólo estoy jugando)
Cerro -
¿Así, Pakito? ¿Ha quedado creíble?
Pakito -
Pakito -
Cerro -
Pakito -
gracias, juanjo, ¿puedo preguntar quién te contó lo del buzón? lo digo porque la historia estaría bien para hacer una versión cuentera... ya me imagino al Cerro haciendo el papel de viejecito de un pueblo perdido en la montaña, será colosal, un papel que recordarán los siglos, auguro...
Juan José Noche -
En el país del Nunca Más, donde nunca más no existe, un intendente esta haciendo su campaña para su reelección. Llega a un pueblito perdido en la montaña, y las buenas gentes se reúnen a escucharlo. A grito pelado les dice: Si me votan les prometo que tendrán todo lo que necesiten. Quiero saber que necesitan para que en mi gestión, sus deseos se hagan realidad. Se produjo un murmullo y, de entre medio de la gente salió un anciano. El viejo en dialecto mapuche le dijo, “queremos tener un buzón”. Fue así, que el intendente logró un nuevo mandato y el pueblo tuvo su deseado buzón.
Pasaron los años, y llego al pueblo otro político haciendo campaña para intendente. La historia vuelve a repetirse, como dice el tango. Otra vez el viejo salió de entre la multitud, y en su lengua mapuche pidió al candidato un nuevo buzón, porque el que les colocó el intendente anterior, ya estaba lleno.
Un abrazo desde los afectos a los que hacen.
Chinpón -
Cerro -
Sofi -
joer¡¡ con la vero que fea que es la tía, pero fea...
Chinpón -
Cerro -
Bss.