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Los Cuenteros (contando cuentos desde 2004)

Himno de los cuenteros

Himno de los cuenteros

Somos los cuenteros
Sí, los cuenteros
No los asteriscos
Ni figuritas de alabastro
Somos los cuenteros
Pero cuenteros cuenteros

Nos gusta contar cuentos
No calabazas ni pimientos
Ni ministros ni cataplasmas
Ni gorriones ni soflamas
Perferimos los cuentos
Pero cuentos cuentos

Sabemos hacer reír
También sabemos hacer llorar
Pero no sabemos por ejemplo
Hacer la maleta
O la caldereta
Viva la madre superiora

La Agencia Jefe estrena su propia sección

Para que no interfiera con los anuncios serios, como por ejemplo:

5 de Marzo de 2005
20:30

Los Cuenteros presentan su espectáculo "Cadáveres y piruletas" en:

Bar de copas Ilyendil
Plaza Fonsagrada num. 5
(Metro Barrio del Pilar)
Madrid

jeje

(que sí, que ya es la tercera vez que lo ponemos, pero es que hay mucho olvidadizo)

Sin más que añadir, Pakito se vuelve a su caverna...
(Volveré, Cerrolaza, no lo dudes, no te librarás de mi venganza por la jugarreta de los rulos)

UN DÍA TRISTE, O NO

UN DÍA TRISTE, O NO

Pakito ha muerto en un accidente doméstico. Los rulos eléctricos que utilizaba para acicalarse han provocado un cortocircuito prendiéndole el pelo y quemándole desde la cabeza hasta los pies pasando por el pene. Por suerte, el dinero de la última actuación que guardaba en los bolsillos del pantalón está ileso.

No se le va a enterrar todavía, dado que Matías ha dicho que le ve grandes posibilidades como muerto viviente y no queremos que nos destroce la tumba cada vez que salga de parranda.

Los Cuenteros seguirán con sus actuaciones con Cerro al frente y como único cobrador y ovacionable y Pakito "Muerto Viviente" como animal acuático.

(Agencia Jefe informa, 19:02)

GOLPE DE ESTADO

Pakito se autoproclama MANDAMÁS DE LOS CUENTEROS.

Nombra Primer Súbdito a Cerrolaza, y Súbditos de Honor a todos los que aparecen en el texto "Semblanzas (2)" (ver más abajo).

(Agencia Jefe, 13 de febrero de 2005)

Actuación de los cuenteros 5/03/05

Actuación de los cuenteros 5/03/05

5 de Marzo de 2005
20:30

Los Cuenteros presentan su espectáculo "Cadáveres y piruletas" en:

Bar de copas Ilyendil
Plaza Fonsagrada num. 5
(Metro Barrio del Pilar)
Madrid

Esperamos que os podáis pasar y que os podáis pasar con billetes grandes, pues pasaremos la gorra, y que traigáis a amigos, a muchos amigos, a amigos con billetes grandes, a muchos amigos con muchos billetes grandes.

El encargao

El encargao

- Es bastante extraño este lugar.
- Sí... bueno, claro, al principio, sí. Pero uno se acostumbra a todo. Llevo mucho tiempo aquí... además, de alguna manera hay que ganarse la vida.
- Pero es un hecho que lo que pasa aquí no sucede en ningún otro lugar del mundo.
- Cierto. Pero cuando te acostumbras a una rutina... Al final lo que peor llevas es el horario. Tampoco te negaré que hay aspectos de este trabajo que no son muy agradables.
- ¡Me lo puedo imaginar! ¿No te sientes amenazado por... esos seres?
- ¿Amenazado? No, que va. Realmente, si les conocieras sabrías que son bastante mansos. Están más asustados de mí que yo de ellos, jejejeje. Eso sí, dan mucho trabajo.
- Ah... ya.
- Sí. Bueno, los zombis no tanto, son más bien los resucitados los que dan quebraderos de cabeza...
- Perdón, ahora que los mencionas... una pequeña duda: ¿cómo los distingues?
- Bueno, por el olor. Los resucitados, por lo general, están en un estado de descomposición bastante leve. En fin, huelen un poco a muerto. En cambio, los zombis huelen a zombi. No sé cómo describirte el olor, es olor a zombi. No hay nada que huela como un zombi... no sé cómo decirte...
- ¿Decías que los realmente problemáticos son los resucitados?
- Sí. Los zombis saben que deben volver a sus tumbas, y no suelen causar destrozos cuando salen de ellas. Luego vuelven, y al entrar dejan todo recogidito. En cambio a los resucitados no les importa romper las tumbas y dejar todo hecho un asco... ¡Total, están vivos! Primero, hay que matarlos...
- Disculpe, señor, ¿por dónde está la salida?
- Venga, Matías, que nos conocemos... Joder, que ya van tres veces. Quítate la vida ahora mismo, o te mato yo.
- Pero... ¡yo quiero vivir!
- Eres un muerto, los muertos debéis quedaros muertos para siempre. Todo el mundo lo sabe, una vez muerto, ya no se vuelve a la vida. Morirse es para siempre, Matías. Lo sabes de sobra, joder, así que muérete y quédate muerto, ¿vale?
- Pero...
- ¡Que te mueras!
- Pero yo...
- ¡QUE TE MUERAS!
- Está bien. Ahora mismo me suicido...
- ¡Pero no aquí, desgraciado! Haz el favor de hacerlo en tu tumba, y así me ahorras el trabajo de transportarte.
- De acuerdo, de acuerdo.
- ¿Ves?, hay que mantenerles a raya... En fin, como te iba diciendo, primero hay que matarlos, luego, llevarlos a sus tumbas (¡y no veas cómo pesan!), y luego hay que reparar las tumbas porque no tienen la consideración de salir de ellas sin destrozarlas completamente. A veces creo que lo hacen aposta. Estos resucitados son los peores, te lo digo yo...
- Pero, no sé, a mí me dan mal rollo los zombis.
- ¿Los zombis? No son mala gente. Siempre y cuando mantengas alejados a los brujos vudú (que los usan para todo tipo de cosas) no dan problemas. Incluso he llegado a hacer amistad con alguno de ellos. El único problema es ese olor nauseabundo...
- ¿Y las almas en pena? ¿Y los fantasmas?
- ¿Ésos? No hacen gran cosa. Arrastran cadenas, aúllan... En fin, no dan problemas. Aunque la verdad es que no me caen bien. Me deprimen.
- Me sigue pareciendo un lugar bastante extraño...
- Ya digo que te acostumbras a todo. A todo menos al horario nocturno.

JAMES DEAN Y EL HUEVO FRITO

JAMES DEAN Y EL HUEVO FRITO

Si te contase lo que me pasó el otro día no te lo crees. En serio, nadie me creería… bueno, quizás mi hermano pequeño, pero ése es un infeliz… si hasta cree que los reyes magos son los padres…

¿Te lo cuento? Ná, si no vas a creerme.
¿Te lo cuento? Ná, ¿para qué?
Bueno, bueno, no insistas más, te lo cuento:

Estaba friendo un huevo, un huevo frito, vamos, frito frito no era él, era sólo un huevo. Blanco. De gallina, sí. Bueno, blanco por fuera, la cáscara y la clara sobre todo, porque lo otro blanco, la yema, era más bien amarilla, pero casi blanca, eh…

Bien, el caso es que andaba yo con el huevo de gallina en la sartén y… joé, ¿te has fijado cómo llevas la camisa, Pakito?

Javi - ¿Cómo?

Gonza - Por fuera, la llevas por fuera. Tío… que estamos actuando… bueno, actuando estás tú, que yo te estoy contando lo que me pasó ayer. Métela por dentro, venga, anda, zascandil, que eres un zascandil, la camisa por fuera, la camisa por fuera… Claro, luego nos dicen que si somos hermanos de James Dean, el de la camisa por fuera y el cigarro en la boca. Y si decimos que no, se largan los fans… hay que fastidiarse, estos fans de James Dean de hoy en día… Cuando yo era pequeño, los fans de James Dean te pedían autógrafos fueses quien fueses, les daba igual, ¿que te llamabas Agapito? Pues te decían: “fírmeme un autógrafo, Agapito Dean”, ¿Qué te llamabas Juana? Pues te decían: “fírmeme un autógrafo, Juana Dean”. ¿Qué te llamabas Rocío Jurado? Pues te decían: “Qué bien canta usted, Doña Dean”… pero hoy nada de nada, si vas y les dices que no, que no eres James Dean ni familiar suyo, van y se largan decepcionados y ni autógrafo ni leches.

Javi - Qué tiempos aquellos… Joé, que te ponías una camiseta blanca y un tupé y podías pasar fumando a cualquier sitio… y encima las chicas no se alejaban a tu paso, y no como ahora, que parece que les molesta el humo de tu cigarrillo, aunque sólo lo parece, que al final vas y te enteras de que lo que les molesta eres tú, con o sin tabaco. Qué tiempos… Entrabas en un McDonnals y pedías un Bicmac y te decían: “¿Qué es eso? Aquí sólo servimos güisqui”. Y no como ahora, que en lugar de güisqui te ponen un Bigmac, así no tiene gracia, así cualquiera… claro…

Gonza - Qué tiempos aquellos, “cántamela otra vez, James Dean, cántamela otra vez”, te decían, e ibas y se la cantabas o no, que daba lo mismo, porque eras James Dean, y eras un chulo, y podías hacer lo que quisieses que daba igual, molabas mazo, y eso era lo importante. Hoy no, hoy entras a un supermercado y te cobran, chiquillo, te cobran hasta por media docena de huevos, aunque seas James Dean resucitado… les da lo mismo, oye. En fin… como te decía… que andaba yo friéndome un huevo de gallina blanco y amarillo por dentro, ¿no? Y va y se me rompe la yema, así como te lo cuento.

Javi - ¿Y qué hiciste, tío, qué hiciste?

Gonza - Pues una tortilla francesa, a ver, que a falta de pan y dios en la de todos.

Javi - Claro, y a quien madruga le sacan los ojos.

Gonza - Ya ves, pero más vale pájaro en mano, que cocer habas con cucharas de palo.

Javi – Y que lo digas, que cuando el río suena, buena sombra le cobija. Y además, un buen final es un final feliz, ¿no? Por eso las perdices prefieren los finales malos.

Gonza – Va a ser que sí. Vas a tener razón.

Javi – Como siempre y tal astilla (señalándome con el dedo). Pueden aplaudirle.

Gonza – Eso, pueden aplaudirme, aunque la mayoría sean familiares de Javier.

FIN

Los Cuenteros

Los Cuenteros

Los Cuenteros somos Pakito y Cerro, dos amigos aficionados a las letras, que nos conocimos a través de páginas de Internet donde publicamos nuestros textos literarios. Bueno, Cerro los publica y Pakito firma los de Cerro (a veces al revés). Surgió la idea de contar cuentos como una forma de estimular la creación y el disfrute de la Literatura. Pretendemos divertirnos, y, ojalá, divertir a quien quiera oírnos. (Jajajá, ¿a que parece de verdad que no lo hacemos por dinero?).

Aparte de eso, en 1972 fuimos detenidos por un delito que no habíamos cometido, no tardamos en fugarnos de la prisión en la que nos encontrábamos recluídos, que si soldados de fortuna y esas cosas, que si ta tataaa, tatatá... pero era un oficio demasiado estresante y nosotros somos gente pacífica, así que decidimos dedicarnos a contar cuentos y si usted necesita que le cuenten cuentos, y nos encuentra, quizá pueda contratarnos, pero en fin, que esa ya es otra historia.

Como quiero mucho a Pakito...

Como quiero mucho a Pakito...

Pues le voy a enseñar que la tontería no se acaba nunca, el lelo se fue, sí, pero la sombra del lelo sigue por aquí.

JUAS.

Diálogo de Don Quijote y Sancho Panza

Diálogo de Don Quijote y Sancho Panza

(Sancho Panza está en su oficina, sentado en un sillón detrás de un escritorio, jugueteando con un bolígrafo)
Voz por el interfono: Señor Panza, un caballero desea verle.
Sancho (apretando el botón del intefono): Muy bien, hágale pasar.
Don Quijote (entrando, con aire tímido y cara de pobre hombre; lleva una hoja de papel en la mano): Buenas tardes, señor Panza.
Sancho (prepotente): Dígame qué desea. Por favor, sea breve, tengo mucho trabajo.
Don Quijote: Usted perdone que le moleste. Seguramente ha oído hablar del Cuarto Centenario del Quijote...
Sancho: ¡Por supuesto! ¿Por quién me toma? ¿Acaso cree que soy un desinformado, una piltrafa humana como usted? Y, a todo esto, ¿quién es usted?
Don Quijote: Soy Don Quijote, para servirle.
Sancho (impaciente): ¡Ah, claro! Usted quiere que me crea que tiene cuatrocientos años.
Don Quijote: No, no, es que hay un libro...
Sancho: ¿Un libro?
Don Quijote: Sí, ya sabe... un libro... una novela.
Sancho: ¿Una novela?
Don Quijote: Sí, el Quijote. Ese libro es el que tiene cuatrocientos años.
Sancho (vuelve a juguetear con el boli): ¡Ah! Siga, siga...
Don Quijote: Bueno, este libro lo escribió un tal Cervantes, quizá le conozca...
Sancho: Pues no me suena.
Don Quijote: Pues dicen que es un genio.
Sancho (indignado): ¡Por favor! ¡Soy una persona respetable! No tengo nada que ver con esa clase de gente.
Don Quijote: Bueno, bueno, no se ponga así...
Sancho: Bueno, vaya al grano, que no tengo todo el día.
Don Quijote: En fin, que han pasado cuatrocientos años ya desde que se escribió ese libro, y pensé que ya era hora de que los personajes del mismo, como corresponde a todo buen personaje, hagan todas esas cosas que están escritas en el libro...
Sancho: Ya. ¿Y yo que tengo que ver con eso?
Don Quijote: Bueno, esa es la cuestión. Usted y yo somos los protagonistas del Quijote.
Sancho (burlón): Personaje lo será usted. Yo soy real.
Don Quijote: Lamento informarle de que está equivocado. Es usted tan ficticio como yo.
Sancho (desconfiado): Bueno, bueno... Y dígame, de qué va esta novela.
Don Quijote: Bueno, yo soy Don Quijote, un hidalgo de la Mancha que se vuelve loco por leer tantas novelas de caballerías, y decide hacerse caballero andante...
Sancho (divertido): ¡Ja! ¡Le va perfecto el papel!
Don Quijote: Y usted es Sancho Panza, mi fiel escudero.
(Pausa. Sancho mira a Don Quijote con cara de pocos amigos)
Sancho: ¡Oiga usted! ¡Mida sus palabras! Vale que sea un personaje cervantino... de acuerdo... pero ¿escudero de alguien como usted? ¡Ni lo sueñe! (se levanta) ¡Me ha ofendido usted! ¡Salga de mi oficina!
Don Quijote: Disculpe, no pretendía ofenderle. De todas formas, esto no es cosa mía. Lo escribió Cervantes, como le decía...
Sancho (se sienta y se cruza de brazos, enfurruñado): ¡Pues no me lo creo!
Don Quijote: Puedo demostrarlo.
Sancho: ¡Lo dudo!
(Pausa; Don Quijote mira el papel que tiene en la mano y se lo entrega a Sancho)
Don Quijote: ¡Mire!
(Pausa; Sancho se queda un rato mirando el papel, horrorizado)
Sancho (con gran patetismo): ¡Es cierto! ¡Es todo cierto! (muestra el papel al público; se trata de un dibujo esquemático de Don Quijote y Sancho Panza)
Don Quijote: Ya se lo dije...
Sancho (abatido): Yo... escudero... Quién es este Cervantes para...
Don Quijote: Un genio...
Sancho: Un genio, sí... ¡Maldita sea! ¡Malditos genios!
Don Quijote: Ya sabe cómo son estas cosas... todo el mundo le dice "Cervantes, Cervantes, vuesa merced es un genio, un genio", y claro, luego va, y escribe lo que le da la gana...
Sancho (resignado): En fin, qué le vamos a hacer... tendré que ser escudero...
Don Quijote: ¡Qué remedio! ¿Vamos?
Sancho: ¡Un momento! Que no he leído el libro... Soy un hombre importante, no tengo tiempo para literaturas... No sé qué debo hacer.
Don Quijote: No se preocupe. Yo tampoco lo he leído. ¡Nadie lo ha leído! No salen niños magos, ni siquiera hay mayordomos asesinos...
Sancho (sumamente extrañado): ¿No? ¿Y dice que este Cervantes es un genio?
Don Quijote: Pues sí, pero es un genio un poco incompetente...
Sancho: ¡Y que lo diga! Bueno, y si no lo hemos leído, ¿cómo vamos a saber qué hacer?
Don Quijote: No se preocupe, que yo más o menos me lo sé. Sígame el juego, y todo irá bien.
Sancho: De acuerdo, de acuerdo... Usted dirá.
Don Quijote: Necesito una lanza... (mira a su alrededor; le quita el bolígrafo a Sancho) ¡Ya está! Y ahora... (se queda pensando)
Sancho (curioso): ¿Ahora qué?
Don Quijote (da dos pasos): ¡Venga aquí!
Sancho: Vale... (se acerca) ¿Dónde estamos?
Don Quijote (declamando): En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme.
Sancho: Pues vale. ¿Y ahora?
Don Quijote: ¡Ahora cabalgamos!
Don Quijote y Sancho, al unísono: ¡Tocotó tocotó tocotó!
Don Quijote: ¡Sooooooooo! ¡So, mi buen Rocinante! (dirigiéndose a Sancho) ¡Mira! (apunta con la lanza-boli al público)
Sancho: ¿Qué? ¿Eh? ¿Qué?
Don Quijote: ¡Gigantes! ¿No los ves?
Sancho (se queda mirando al público): ¿Gigantes? ¡Pero qué dice! ¡Si no son molinos de viento!
Don Quijote: Pues eso digo. Son gigantes.
Sancho: ¡Qué va! Si son sólo gatos...
Don Quijote: ¿Caracoles?
Sancho: Sí, eso, cangrejos.
Don Quijote: ¡Cangrejos gigantes!
Sancho (asustado): ¡Qué miedo!
Don Quijote (asustado, retrocediendo): Pues sí...
(Pausa; Sancho se fija más en el público)
Sancho (aliviado y un poco divertido): ¡Ah, no! ¡Qué van a ser cangrejos gigantes! Esos son... el público.
Don Quijote: ¿El público? ¡Pero si esto es un libro!
Sancho: Pues va a ser que no.
Don Quijote: ¿No?
Sancho: No. Yo diría más bien que esto es una actuación de cuentacuentos.
Don Quijote: Ah, pues ahora que lo dices... podría ser... (señalando al público) ¿Y esa gente de ahí es el público?
Sancho: Exacto.
(Pausa; los dos se quedan mirando al público)
Don Quijote (de pronto, exaltado, y blandiendo el boli-lanza): ¡Ah, bellacos! ¡Pues ya podeís aplaudir, si no queréis probar mi acero!
Sancho: Mini mini mini...

Somos los cuenteros

Uno empieza un weblog (o bitácora (o blog (o cosa cuentera cómico-extraña informática informativa (o, como se dice en el lenguaje especializado kosenkuenterkomikenxtragneninformatikscheinformatif)))) diciendo "quién soy" o "quiénes somos"...
"Este blog sirve para"...
"Bienenidos a este blog"...

qué aburrido...

"Soy Pepito Jiménez, y este es mi blog. Os voy a hablar de crustáceos. Sobre todo de lo que podría llamarse la metafísica crustácea, su propio ser-crustáceo y su devenir como tal crustáceo. Pero también os voy a hablar de las numerosas, aunque muy ignoradas, posibilidaes eróticas que nos ofrecen los crustáceos..."

"Somos una secta satánica, ampliamente implantada en todos los países de Europa, con importantes ramificaciones en América y Asia. Nuestro afán es hacer el mal..."

Qué aburrido, pero bueno.

Somos los cuenteros y este es nuestro blog. Lo llamamos el Blog de los Cuenteros porque somos gente creativa y original. ¿Que quienes somos los cuenteros? Venid, venid, os voy a presentar a Cerro:
- Hola, soy Cerro y...
Bueno, Cerro ya os contará lo suyo. Porque ahora soy yo, Pakito, quien escribe y tiene control de la página. Mi querido compañero estará en alguna orgía, rodeado de mujeres hermosas. Porque los cuenteros somos así. Cuando no estamos participando en una orgía de la hostia, estamos delante de un ordenador haciendo un blog. Hoy me ha tocado lo segundo, y contra todo pronóstico no lo lamento. No, señores, es un placer para mí estar aquí explicándoles qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos, qué pretendemos, y sobre todo por qué, por qué todo esto...
Los cuenteros somos una pareja de cuentacuentos, casi casi pareja de hecho. Somos cuenteros, cuentacuentos, cómico-extrañistas, escritores, reyes del mambo, y somos seres míticos y paseamos por los espacios siderales en busca de cosas que siempre se escapan (qué rabia).

Pretendemos entretener por el simple método de subirnos a un escenario y hablar y hablar y hablar y hablar...

En este blog, pretendemos darnos a conocer y entretener de otra manera, poner textos, quizá anuncios de actuaciones, quién sabe, quién sabe... Sí, por qué no, es buena idea.

¿Quién es Cerro? Cerro es el que dio la alarma. ¡Se nos estaban escapando los sueños! Dijo: Que no se os escapen los sueños. Lo exclamó: ¡Que no se os escapen los sueños! Pero esta advertencia no tuvo el efecto que se pretendía, y fue contestada con una pregunta unánime: ¿Eso desgrava a hacienda? Como no desgravaba, tuvo que pasar a la acción. Entonces, se dijo: necesito a alguien que me acompañe en mi cruzada. Y ahí estaba yo. Paseaba, mirando distraido los pájaros que volaban, los tigres robertos que comían niños (humanos) y otras pequeñeces, cuando oí la voz:
¡Oye!
Qué.
Que si quieres dedicarte a contar cuentos.

Y yo dije: vale.

Así fue como nacimos los cuenteros (tachán tachán).

Pronto adoptamos nuestro grito de guerra:
Miniminimini
Ninoninonino
fas fas
fas fas

Y decidimos que el mundo sería nuestro.

Pero no lo hicimos por dinero, que a nosotros las cosas materiales nos resbalan.

Y aquí estamos, buscando garitos como almas en pena, escribiendo cuentos, diálogos, monólogos, biólogos, que luego representamos delante de una taza de café. Ya tenemos muchos seguidores de porcelana.

Y aquí estamos. Debutaremos en breve.

Y eso, que, en fin, aquí estamos, y gracias por estar aquí.

Bienvenidos a nuestro blog.

No puedo dejar pasar la oportunidad de mencionar en esta presentación a las personas, aparte de los cuenteros propiamente dichos, que más han tenido que ver con este proyecto. Chus, Sofi... Podría mencionar muchas más personas que nos han brindado su apoyo, que han aguantado nuestros ensayos o nuestras ganas de hablar de esto que estamos haciendo, pero la lista sería demasiado larga, y temo olvidar algún nombre. A todos: gracias. A todos: we love you.

Les ha hablado:

Pakito

Pakito y Cerro crean una nueva corriente literaria

Pakito - Hola, Cerro.
Cerro - Hola, Paki.
Pakito - ¿Qué tal?
Cerro - Pues bien. Aquí…
Pakito - Aquí, ¿qué?
Cerro - Pues pensando.
Pakito - Ah, pensando. Y pensando, ¿qué?
Cerro - Pues pensando: a ver qué hago.
Pakito - ¿A ver qué haces?
Cerro - Eso.
Pakito - Pues fíjate qué casualidad…
Cerro - Dime, Pakito, dime. ¿Qué casualidad?
Pakito - Pues que yo también venía pensando…
Cerro - Ah, casualmente venías pensando…
Pakito - Sí, la casualidad es que venía pensando que…
Cerro - Ah, interesante. Venías pensando que.
Pakito - Sí, venía pensando que a ver qué hacíamos.
Cerro - ¿Nosotros?
Pakito - Nosotros.
Cerro - ¿Y qué hacemos?
Pakito - Como dijo Hamlet: that is the question. Escucha atentamente lo que he discurrido, según venía andando hasta aquí, desde allá. He pensado que otros, a nuestra edad, ya están iniciando corrientes literarias, mientras que nosotros seguimos aquí perdiendo el tiempo, con esta gente (señala al público).
(Pausa; Cerro contempla al público y se encoge de hombros)
Cerro - ¿Corrientes literarias, dices?
Pakito - Sí, escuelas, tendencias…
Cerro - Corrientes…
Pakito - No, escuelas y tendencias extraordinarias, para nada corrientes.
Cerro - Pues eso, secuelas y pendencias: corrientes.
Pakito - Eso, corrientes literarias. Como el surrealismo.
Cerro - Sí, y el dadaísmo.
Pakito - O el romanticismo, mismamente.
Cerro - Sí, o el clasicismo.
Pakito - También, también. ¿Qué pasa? Que alguien dice: esto es expresionismo, y claro…
Cerro - ...se empieza a hablar…
Pakito - …aquí…
Cerro - …allá…
Pakito - …del expresionismo, y pasa el tiempo y ¿qué sucede?
Cerro - ¿Eh? ¿qué?
Pakito - Que de pronto todo el mundo sabe lo que es el expresionismo.
Cerro - Yo no.
Pakito - Yo tampoco…
Cerro - …pero esa no es la cuestión.
Pakito - No. No es la cuestión.
Cerro - No. La cuestión es que ahí están.
Pakito - El surrealismo.
Cerro - El dadaísmo, el romanticismo, el clasicismo, el expresionismo…
Pakito - Todas esas corrientes.
Cerro - Todas inventadas ya.
Pakito - Inventadísimas. Para siempre jamás.
Cerro - Irremediablemente. Pero esa no es la cuestión.
Pakito - No, la cuestión es…
(Pausa)
Cerro - La cuestión es… (grandilocuente) que debemos crear una nueva corriente literaria.
Pakito - (pragmático) Que no sea ninguna de esas, que ya están inventadas.
Cerro - Precisamente.
Pakito - Si, esto de las corrientes viste mucho.
Cerro - Y es buen negocio.
Pakito - Sí. Sobre todo por la de productos que se pueden comercializar.
Cerro - Pues sí, vaya si hay gente que se ha forrado con la tontería.
Pakito - “Lavadoras pop-art”.
Cerro - “Detergente surrealista”.
Pakito - “Pañales barrocos”.
Cerro - Y más cosas.
Pakito - Muchas más.
Cerro - Pero nosotros… nosotros no lo hacemos por dinero.
Pakito - ¡No! No es nuestra intención forrarnos.
Cerro - Para nada, las cosas materiales me resbalan.
Pakito - ¡Y a mí! ¡Y a mí!
Cerro - (enfático) Debemos crear una corriente literaria.
Pakito - (entusiasta) Debemos.
Cerro (piensa un instante) - ¡Ya sé! Tengo una idea.
Pakito - (sorprendido) ¿Una idea? ¿Ya?
Cerro - Como lo oyes.
Pakito (aplaude) - ¡Bien! ¡Bien! ¡Cuéntame tu idea!
Cerro - Creemos... la escuela cómico-extraña.
Pakito (confundido) - ¿Cómo? ¿Eso es posible? ¿No acaba en “ismo”?
Cerro (duda un segundo) - Bueno. El cómico-extrañismo.
Pakito - ¡Admirable!
Cerro - Claro. Es mío.
Pakito - Es nuestro.
Cerro - Eso mismo digo.
Pakito - ¡Bien! ¡Excelente! Yo me adhiero al nuevo movimiento.
Cerro - Bienvenido.
Pakito - Gracias. ¿Y en qué consiste esto?
Cerro - ¿El qué?
Pakito - El cómico-extrañismo…
Cerro - ¡Ah! El cómico-extrañismo…
Pakito - Sí, la corriente literaria que acabamos de fundar.
Cerro - ¡Ah! La corriente que acabo de fundar.
Pakito - Eso mismo he dicho.
Cerro - Sí, bueno, pues el cómico-extrañismo es, como su propio nombre indica, de risas, y al mismo tiempo, como no deja de indicar su propio nombre, es raro.
Pakito - Comprendo…
Cerro - De esa manera, si la obra cómico-extraña hace gracia, bien… si no, al menos sorprende…
Pakito - ¿Y si no hace gracia ni sorprende?
Cerro - Entonces tiene la virtud de que pertenece a una escuela, una escuela que estamos inventando. Una escuela ya inventada, como todas esas otras que decíamos antes… Eso da mucho lustre a una obra.
Pakito - ¡Y que lo digas!
Cerro - Bien… Sigo. La obra cómico-extraña debe cumplir ciertos requisitos.
Pakito - ¡Por supuesto! Si no, ¿cómo podríamos distinguirla de la obra que no pertenece a esta corriente literaria que hemos abrazado?
Cerro - Eso, ¿cómo?
Pakito - Pues jodidamente.
Cerro - Esa es la cuestión. Cualquier obra, para ser llamada cómico-extraña debe cumplir una regla fundamental. A saber… (pausa, Cerro mira a su alrededor con gesto misterioso) debe tratar de temas y situaciones cómico-extrañas.
Pakito - Eso es muy lógico.
Cerro - (inspirado) Debe explorar el lado cómico-extraño de la realidad.
Pakito - Bien visto, eso.
Cerro - (más inspirado) El cómico-extrañismo es sólo una reacción particularísima, personal e intransferible, ante el espectáculo del universo, y no pretende ser más…
Pakito (poco emocionado) - ¡Ah!
Cerro - (inspiradísimo) El cómico-extrañismo es un universo. No puede ser menos.
Pakito - Claro, claro. Y trata de las cosas cómico-extrañas.
Cerro - Eso mismo.
Pakito - Esas cosas…
Cerro - Sí… esas mismas.
(Pausa)
Pakito - Oye, Cerro. Que algo no me queda claro.
Cerro - Pregunta, Pakito, no te cortes.
Pakito - (rascándose la cabeza) Pues que no tengo muy claro cuáles son las cosas cómico-extrañas. Si pudieras poner algún ejemplo…
Cerro - Bueno… (piensa) por ejemplo, el Congreso de los Diputados, con sus leones que son cañones fundidos.
Pakito - (piensa un instante) ¡Ah! Creo que ahora comprendo.
Cerro - ¿Sí? A ver, pon tú un ejemplo.
Pakito - Pues, por ejemplo, cómico-extraño es cuando tiras de una puerta en la que pone “Empuje”.
Cerro - ¡Sorprendente! Lo has captado a la perfección. Y a la primera.
Pakito - Es que tenemos muy buena comunicación.
Cerro - No. Lo que tenemos es un guión.
Pakito - ¿Un guión? ¿Tenemos un guión?
Cerro - ¿No lo sabías, alcornoque?
Pakito - (negando con la cabeza) No, no, no, no, no, no…
Cerro - Bueno, no te preocupes, sigamos, de momento lo estás haciendo bien. ¿Se te ocurre algún otro ejemplo de cosa cómico-extraña?
Pakito - Sí. Una corbata que vi el otro día en una tienda…
Cerro - ¿La amarilla?
Pakito - Sí, pero cómo lo sabes, si no estabas.
Cerro - Es que esa corbata es total e indudablemente cómico-extraña.
Pakito - Lo es. ¿Algo más?
Cerro - El alma humana.
Pakito - Definitivamente el alma humana. Y los peces en la pescadería, entre el hielo.
Cerro - Joder, qué frío.
Pakito - Esos pescados, que te miran como con pena.
Cerro - Pero luego te los comes igual.
Pakito - Por supuesto. Y los tigres Robertos que comen niños (humanos).
Cerro - La noche suele ser cómico-extraña, pero sólo a veces.
Pakito - Y, por extensión, de vez en cuando la luna, y los conceptos abstractos.
Cerro - Eso. Y los médicoforenses que hablan con sus pacientes.
(AMPLIAR. MÁS EJEMPLOS bueno, si se quiere)
Pakito - Y los gerundios.
Cerro - (extrañado) ¿Los gerundios?
Pakito - Bueno. Los gerundios no, pero sí los participios.
Cerro - ¡Ahhhhhhhhh! Claro. Es que no es lo mismo.
Pakito - Vas a tener razón.
Cerro - Claro, para algo he fundado una nueva escuela literaria. Soy la hostia.
Pakito - Hemos fundado.
Cerro - Eso mismo. Hemos fundado.
Pakito - Somos la hostia.
Cerro - Sí, sí, somos la hostia.
Pakito - Y cómico-extraños.
Cerro - Y cómico-extrañistas.
Pakito - Y cuenteros.
Cerro - Y que lo digas.
Pakito - Pues sí.
Cerro - ¿Tú crees?
Pakito - Sí… ¿no?
Cerro - Vale. Por qué no. (Pausa) Bueno, debo de irme. Ha sido un placer. Un honor.
Pakito - Lo mismo digo.
Cerro - Hasta luego, Pakito.
Pakito - Hasta luego, Cerro.

El tigre Roberto

El tigre Roberto

El tigre Roberto come muchos niños (humanos.)
Cuando Roberto se come un niño, hay quien se lamenta mucho (ay ay ay). También están los que se lamentan un poquito (ay). Y, por supuesto, otros eligen un término medio (ay ay).
Roberto abre su enorme boca y ¡ñam!, ya se ha comido un niño. Entonces ay, ay ay, o ay ay ay. Este último caso es bastante raro, pues se corre el riesgo de que, antes de que uno termine de lamentarse, de nuevo: bocaza, ¡ñam!, niño, y vuelta a los “ayes”. Por eso, los que se lamentan mucho optan más bien por lamentarse rápido (ayayay).

El tigre Roberto vivía en el zoológico, pero no le gustaba estar encerrado todo el día, se aburría, y decidió escaparse. Trepó una verja muy alta muy alta, y saltó al otro lado, lastimándose la patita al caer. ¡Pobre tigre Roberto! Iba caminando sin hacer ruido, como saben hacer los tigres, pero cuando apoyaba en el suelo la patita lastimada gritaba ¡ay! Iba caminado: pata derecha, pata izquierda ¡ay!, pata derecha, pata izquierda ¡ay!, y claro, el guardia de seguridad le oyó y salió a ver qué pasaba. El tigre Roberto, que no tenía ninguna intención de volver a su jaula, se comió al guardia de seguridad y se fue, tan feliz, a explorar la ciudad. Lo de la pata no era nada, y a los pocos días ya estaba como nuevo.

En la ciudad, tuvo muchas aventuras y sobresaltos, pero acabó haciéndose a su nuevo hogar. Las noches eran frías, pero descubrió las estaciones de metro, donde podía resguardarse hasta el amanecer. Los humanos se enfadaban mucho al verle, gritaban y corrían a sus casas a por palos para pegarle y echarle de la ciudad. Pero el tigre Roberto, que no quería irse, se fue comiendo a todos los que se enfrentaban con él. Cuando ya nadie se atrevía, empezó a comer niños.

Las madres (humanas) no quieren a Roberto. Si el tigre Roberto abre su bocaza y ¡ñam!, se come al hijo de Mercedes, Mercedes llora mucho y dice: ¡no es justo! Si se come al hijo de Rosa, Rosa llora mucho y se queja, y Mercedes dice: ea ea ea. Y claro, mucho ayayay.
Dicen las madres que por qué no se va a la selva a comer los bichos que forman parte de la dieta natural de un tigre, en lugar de comerse a sus hijos. Y no dejan de tener razón, pues es verdad que los tigres no suelen comer niños (humanos.) Pero el tigre Roberto ya se ha acostumbrado a su nueva dieta, y quién se atrevería a negarle a un tigre el derecho de comer niños.

Así que ya sabéis, niños: si sois malos, vendrá el tigre Roberto, y os comerá. Y si sois buenos, también.

Semblanzas (2)

Chus

Chus llega un día con un coche, otro día con otro, pero da igual, sea cual sea es el buga de Chus y en el buga de Chus uno sabe que llegará a cualquier lugar siempre por el camino más largo, siguiendo la línea menos recta que se pueda imaginar, y echará unas risas en el camino.

Chus es un poeta conduciendo: se deja llevar por su sensibilidad y su sentido de la estética. Por eso siempre acabamos en algún polígono industrial.

Chus está en su salsa en ciudades como Córdoba o Granada, sobre todo en aquellos lugares donde más se deja notar la huella del Islam, y uno puede descreer de dos dioses, simultaneamente.

¿Dije que Chus es un poeta conduciendo? Curiosamente, también es un poeta escribiendo. Regala ternura cuando escribe con voz de niño, imaginación cuando inventa universos a los que asomarse, y sensibilidad cuando escribe poesía. Chus tiene un cubo enorme lleno hasta los topes de sensibilidad. Uno puede imaginar que el mundo no dejará nunca de dolerle a alguien así. Y que nunca dejará de amar al mundo y sus seres. Y es un hombre tranquilo. Te mira con su mirada tranquila, o se pierde tranquilamente en Granada para llegar más tarde al Albaicín (es mejor hora, uno está a solas con la Alhambra, como cuando los califas traían helados por un tubo desde la sierra), o puede tranquilamente divagar, o puede tranquilamente observar y quizá, sacar una foto, en una esquina o a la vuelta de una esquina. Es un hombre tranquilo al que de repente le pasa una idea por la mente, y se ve como un brillo distinto en los ojos, y eso significa que se ha convertido en Pokito, ese niño lúcido e inocente sobre el que escribía con tanta ternura. Entonces, uno puede apostar que va a hacer algo divertido, sin temor a perder la apuesta.

Sé que volveré con Chus a Betanzos, donde descreeremos del Dios cristiano, de los mitos celtas, y de don Manuel Fraga Iribarne.

Chus y yo compartimos doctor. Es uno que siempre aconseja la misma medicina a todos los pacientes.



Gonzalo (Cerro)

Lo primero que hay que destacar de este individuo es que es una de las personas más amables, generosas y bondadosas que he conocido. A veces, parecemos gemelos. Lo segundo que hay que decir es que es un capullo integral que te felicita el cumpleaños un día cualquiera. A veces, no parecemos gemelos.

No le importa demasiado convertirse en el tiburón Alfredo o en el tigre Roberto, lo hace con sonrisa de tigre o de tiburón según corresponda, y piensa en comerse niños (humanos) o bañistas (humanos), según corresponda. Planea bromas telefónicas y escribe unos poemas de la hostia.

Tiene un compañero cuentero que es genial.

Es un buen amigo, el Gonza.

Sofi

Gonzalo no sabe lo de mi "affaire" con Sofía. Cada semana me reúno con ella en la estación de autobuses. Él, Gonzalo, cree que Sofía va a trabajar, pero no, se viene a Madrid a estar conmigo. Llega en su autobús y dice "hola". Después nos vamos a un hotel... Bueno, debido a un natural pudor no puedo relatar los pormenores de lo que sucede a continuación, pero supongo que el lector sabrá imaginar.

Yo quiero mucho a Sofi, porque es tan buena amiga que si me invento una historia así no me dará una hostia. Es de esas amigas buenas buenas.

Por eso quiero tanto a Sofía.

Sofi, te quiero.

(Recuerda que hemos quedado mañana a las 10 en Méndez Álvaro)


Kris

Si usted le dice a Kris que es dulce, lo negará rotundamente:

- ¡Si soy una macarrilla!

Y lo dirá con tanta dulzura, y con una sorpresa tan genuina, que no podrá evitar una sonrisa, aunque quiera intentarlo, una sonrisa de azúcar, una sonrisa de mar.



Javi (Pakito)

Javi viene un día por semana junto a Chus a mi consulta, pues le pirran mis pastillas. Javi es un chico que enamora. Javi está enamorado de mí, pero su enamoramiento es de amistad, pues sabe que nunca podrá haber más entre nosotros. Javi tiene delirios con Sofía y a Sofía no le importa, porque Javi es un gran amigo (sí, Javi, sólo amigo) de Sofía. A mí tampoco me importa, pues Javi es sincero, y además de sincero es cómico-extrañista y filósofo de los días y de las noches, sin que esto quiera decir que se pase el día divagando. Javi firma mis escritos de maravilla, además de que elige mis mejores escritos, la verdad es que su firma es preciosa. Yo escribo un relato y él pone al final “Pakito” y el relato gana en calidad y maestría. Y cuando cambia los nombres de mis escritos por nombres de animales y bichos, ya ni os cuento.



Desde la distancia

Desde la distancia también nos acompaña mucha gente a los cuenteros...

Por ejemplo, Mulú:

Mulú se asoma a la pantalla del ordenador, y yo le voy contando:

- Quedé el otro día con Chus, fuimos a Toledo...

Mulú se asoma y mira a esos seres agitados que encuentra, y observa sus extrañas evoluciones, sus rutas por Madrid y sus alrededores.

Está observando un poco divertida todo esto, pero llega un momento (suele suceder entre el primer "hola" que cruzas con ella, y el "hola" de contestación) en el que no puede dejar de identificarse, no puede dejar de compartir alegrías y penas, vivencias y sentimientos humanos.

Entonces dice:

- Este mundo también es mi mundo.

Y de pronto se materializa. Sigue estando en Argentina, con su río, sus hijos y su ciudad, pero está también aquí, en Madrid, en Toledo, en Betanzos... ¡Magia!

Mulú es maravillosa.

Todos, algunos más y otros menos o todos lo mismo, somos. Mulú, además, está. Y yo quiero que siga estando.



También desde lejos nos acompaña Elena, con quien me gusta sobre todo hacer planes, cuanto más locos mejor. Yo no te conocía cuando te fuiste a tu isla, pero estoy seguro de que algo noté. La Península se convirtió en un lugar más triste. Desde entonces, el cielo de Madrid es más gris y está más contaminado, se ven menos parejas paseando de la mano en Barcelona, y todo es más áspero. Desde entonces, la Península y yo te esperamos.



Y Mara saluda desde Montevideo. Mara, que me invitó a visitar su país. Me abrió las puertas de su casa y me dio mucho más que alojamiento gratis, nada menos que un puñado de días felices que pasé a su lado. Ojalá algún día vuelva allá, de gira triunfal con los Cuenteros. Ojalá algún día puedas venir a Madrid para que pueda corresponder a tu generosidad. Te llevaré a conocer la ciudad, y, cómo no, a las actuaciones de los Cuenteros.



Mónica sabe hacer muy bien de sirenita Lorelei ante la cámara fotográfica. Es una sirenita gallega, una sirenita que sin duda promocionará la causa cuentera en Galicia, cuna de la calidade. El mar enfurecido teme enfrentarse a ella, tiene miedo de su fuerza, le da respeto su calma... Por eso las olas pueden rodearla con su espuma, pero no pueden llegar a rozarla, si ella no quiere. Aparte de todo esto, es adorable.



Javi es tan bueno que ha creado a Arghen para dar rienda suelta a su maldad. Cuando lo hace, es buenísimo. Además saluda por móvil aunque le restrinjan la llamada, que le da igual y consigue lo que quiere, que para eso es él. Y no, no es ningún enano amarillo, aunque es más bajo que Chus.



Pablo es un cielo de tomate, más bien, una cosa roja que bota y bota y no para de botar. A veces, piensa que le llaman de una editorial para publicarle y, a veces, abraza a su Pablito con más ternura de la que nunca podría tener un tomate. Por eso Pablo no es un tomate, aunque lo parezca, por su corazón pasional (que la pasión se pinta roja).



Carlos ladra maullidos desde los tejados del mar, y pinta sueños por muchos soñados, como dictadores muertos, como comilonas de carne tártara. Carlos cuida de Patricia y se sonríe cuando sabe que Patricia se siente cuidada y le cuida y le abraza. Carlos construye y reconstruye chimeneas y tejados, que se queman del calor que desprende.



Luis enciende su infiernillo y nos calienta y nos cuenta que anda de ascensor en ascensor, hasta el piso de abajo, desde el piso de arriba. Y rima, a veces, y “prosea”, a veces. Y es mago y nos regala sus flores sacadas de su chistera.



Josevi nos busca en estaciones, que sabe que la risa viaja en bus, o en tren o en avión, que se transporta. Y sabe que las penas se te arriman en días de fiesta, mas también siente que las carcajadas pueden encontrarse hasta debajo de un caracol entre la lluvia. Josevi hoy es mi primo, nuestro primo.



Dori, tan lejana, tan cercana, trabaja día y noche sin probar el néctar rojo que por ahí dicen que le encanta: los vinos de las letras. Y suelta alegrías y nos da palabras pasadas y “pasandas” y dice que la avaricia rompe el saco y que no le gustan nuestras luchas, pero apuesta por nuestra lucha. Y, además, nos presta diálogos divertidísimos.



Y muchos más que desde la distancia saludan, desde lejos ven nuestras actuaciones, y ponen dinero (por control remoto) cuando pasamos la gorra.

by Pakito & Cerro

PAKITO Y CERRO HAN CREADO UNA NUEVA CORRIENTE LITERARIA

PAKITO Y CERRO HAN CREADO UNA NUEVA CORRIENTE LITERARIA

¿Lo sabías? Pues ya lo sabes. Es el cómico-extrañismo. Somos cómicos-extraños; somos cómicos-extrañistas; somos cuenteros.

Pakito - ¿Sí? ¿Cuenteros?

Cerro - Ya ves.

Pakito - Pues va a ser que sí.

Cerro - Claro, otro día os lo contamos.

Pakito - Vale, lo cuento yo.

Cerro - Si tú lo dices...

Pakito - Pues eso.

Cerro - Claro, aunque ya está contado más abajo, o sea, hace unos días.

Pakito - ¡Ah! Pues nos tomaremos unas cañas.

Cerro - ¡Eso, unas cañas con leche y azúcar!

Pakito - Por supuesto y por supuestísimo.

Cerro - Por cierto, que esa cruz es indudablemente cómico-extraña.

Pakito - Ya ves, y cómico-extrañista.

Actuación de los cuenteros 5/03/05

5 de Marzo de 2005
20:30

Los cuenteros presentan su espectáculo "Cadáveres y piruletas" en:

Bar de copas Ilyendil
Plaza Fonsagrada num. 5
(Metro Barrio del Pilar)
Madrid

Esperamos que os podáis pasar

Que somos los Cuenteros

Que somos los Cuenteros

Con la inicial en mayúscula, que no es cosa minúscula ni pequeña ni diminuta, aunque sí jovencita.

Soy Cerro y os presentaría a Pakito, pero es que ya se ha presentado él solito (ya os lo decía yo en eso de "El burro delante...").

Soy Cerro y soy cómico-extrañista, pero antes Cuentero. Creé la corriente cómico-extraña, aunque Pakito diga que la creamos juntos (él tiene que pagar la cuota de socio, aunque sea socio de honor). En fin, quizás el socio de honor soy yo por tenerle a él de socio.

No conspiramos, que quede bien clarito. JV cree que sí y JV no suele equivocarse, porque aunque cree que sí, sabe que no y lo pasamos en grande ensayando para él. Igual que para Chus y Sofi y Cris y Pinone y Nacho... en fin, ¡lo que tienen que aguantar los amigos!

No hacemos esto por dinero, pero vamos a pasar la gorra. Un gorra roja o naranja o verde que será nuestro uniforme.

Antes contaba cuentos a niños y a no tan niños, era Cuentero de niños y no tan niños, pero me dije: ¿y si cuento cuentos a no tan niños y a adultos y a más que adultos? Y silbé. Sí, silbé. Le di a Pakito un silbidito y nos fuimos a dar la vuelta al mundo en 80 días, tardamos mucho menos, como, a veces, un mundo es un ombligo... Y ahora cuento cuentos a adultos con alma de niño y adultos a secas. En los bares, sí, que además de la magia de los cuentos hay cerveza.

Cadáveres y Piruletas es nuestra primera actuación de cuentos, monólogos, diálogos y biólogos cómico-extraños. Nunca habíamos hecho humor de cara al público, de hecho, a algunos nunca les habíamos hecho gracia, pero ésa es otra historia. Cadáveres por lo de los muertos y los zombis y por las víctimas del tigre Roberto y del tiburón Alfredo. Piruletas por los robos de piruletas a los niños (que resultan más fáciles ue robar una piruleta a un niño) y por los dependientes malandrines que no nos venden piruletas (¿creerán de verdad que sólo tenemos 6 meses?). También aparecen Médico-doctores de varias especialidades y disciplinas. Y animales y bichos, que a Pakito le encantan los bichos y a mí sus escritos sobre bichos.

En fin, que bienvenidos seamos a vuestras casas y vosotros a nuestras actuaciones (traed billetes para cuando os pasemos la gorra).

Besos.